La Seguridad Social cuenta
con un patrimonio único cuyos recursos son gestionados por la Tesorería General
de la Seguridad Social, que son los que se recogen en su presupuesto.
Precisamente las repercusiones económicas de un sistema de Seguridad Social
dependen principalmente de la forma en que se obtengan estos recursos. A
grandes rasgos, en el caso de España, la principal fuente de financiación la
constituyen las cotizaciones de empresas y trabajadores, aunque si bien también
hay que tener en cuenta las transferencias que el Estado realiza al Sistema.
El modelo de financiación
del sistema español de la Seguridad Social es el denominado modelo de
reparto, que se basa en el equilibrio financiero entre los ingresos y los
gastos año a año. Lo recaudado en cada ejercicio presupuestario (es decir, lo
que aportan los trabajadores en activo) se distribuye entre los beneficiarios,
mediante el pago de las correspondientes pensiones. La idea principal de este
modelo es la solidaridad intergeneracional, siendo sus ventajas más destacadas
su mayor sencillez y la adaptación de los recursos disponibles a las
variaciones del coste de la vida. Sin embargo, el principal inconveniente que
presenta este sistema es su sensibilidad a las oscilaciones demográficas. Este
régimen de reparto plantea en la coyuntura económica actual problemas
estructurales, pues el sistema de reparto basado en la solidaridad presupone la
incorporación de nuevos cotizantes en cada generación, lo que permite
comprender los desequilibrios que puede producir los altos índices de paro en
una generación.
El otro gran modelo de
financiación es el sistema de capitalización (Chile y Estados Unidos),
que se basa en que las aportaciones anuales de cada trabajador van
constituyendo una reserva que, incrementada con los intereses que rinda, pueda
ser utilizada por éste para mantenerse cuando deje de estar activo. La idea
principal de este modelo es el ahorro (no la solidaridad) contando como
principales ventajas la garantía que brinda a los asegurados y las
consecuencias positivas que la actividad ahorradora tiene para la marcha de la
economía. Sin embargo, igual que ocurre con el sistema de reparto, también
cuenta con una serie de desventajas, tales como su inadecuación (por su
complejidad y elevado coste financiero inicial) para la puesta en marcha de un
sistema de Seguridad Social y el riesgo que supone este tipo de operaciones a largo
plazo por la posible devaluación de la moneda nacional.
En la actualidad, la
polémica sobre qué sistema es el más adecuado se ha extendido y ampliado,
aumentando las voces que sugieren la sustitución del modelo de reparto (el que
existe en la gran mayoría de los países) por el modelo de capitalización (que
únicamente ha demostrado su éxito en Chile), o al menos la introducción de
algunos elementos del sistema de capitalización o la corrección de algunos
defectos del sistema de reparto. La razón de este debate reside en que el
envejecimiento de la población en las sociedades occidentales está provocando
problemas de financiación, por lo que se hace necesario introducir algunos
elementos correctores que tengan como objetivo equilibrar la relación entre cotizantes
y pensionistas, mediante la creación de empleo, el incremento de la tasa de
natalidad, entre otras posibles medidas.
Centrando la atención en el sistema de financiación de la
Seguridad Social en España, se basa principalmente en las cotizaciones sociales
de las empresas y los trabajadores (92%), destinadas a financiar las
prestaciones contributivas. La obligación de cotizar nace desde el momento de
la iniciación de la actividad laboral correspondiente y se mantiene durante
todo el periodo en que el trabajador esté de alta en el Régimen General o
preste sus servicios, incluso en periodos de incapacidad laboral o periodos de
prueba, y se extingue cuando se produce la cesación en la prestación de los
servicios y la comunicación de la baja del trabajador a la Dirección Provincial
de la Tesorería General de la Seguridad Social en el plazo reglamentario.
Problemas.
Los problemas que padece el
sistema de Seguridad Social vigente en España son de varios tipos:
A)
Relacionados con factores demográficos y
sociales:
• Se observa un progresivo
envejecimiento de la población, debido al continuo descenso de la tasa de
natalidad y a la disminución de la mortalidad, lo que se traduce en un mayor
número de beneficiarios de prestaciones de jubilación y de otras prestaciones
sociales, así como en un descenso del número de cotizantes
Se ha
producido un fuerte aumento de la esperanza de vida (80,23 años), lo que supone
un mayor periodo de percepción de las prestaciones económicas derivadas de la
jubilación, viudedad, etc., así como una mayor demanda de prestaciones
sanitarias.
• La variación en los
comportamientos sociales que se ha producido en España a lo largo de los
últimos años: el crecimiento de las uniones de hecho ha exigido la modificación
de la normativa vigente en relación a los derechos derivados (pensiones de
viudedad y orfandad) y el mayor número de familias monoparentales ha exigido la
aparición de algunas prestaciones especiales.
B)
En relación con el mercado laboral:
• Crecimiento acelerado del
número de desempleados, debido a la actual crisis económica.
• Mantenimiento, a niveles
muy bajos, de la tasa de actividad..
• La economía sumergida con
el problema de la inmigración.
• Este comportamiento de las
variables fundamentales del mercado de trabajo tiene claros efectos sobre el
sistema de Seguridad Social, dando lugar a un aumento en el número de
potenciales beneficiarios de las prestaciones por desempleo y a un descenso en
el número de cotizantes.
Derivados
de la estructura y funcionamiento del sistema de Seguridad Social:
• Desproporción entre los
gastos de la Seguridad Social y la calidad de las prestaciones. El gasto
derivado del sistema ha sufrido, por las razones apuntadas, un rápido
crecimiento, que se ha traducido, hasta finales de los 90, en un claro
desequilibrio financiero, sin que dicho crecimiento fuera ocasionado, en muchos
casos, por un aumento del nivel de protección derivado del sistema.
• Trato desigual en los
distintos Regímenes de la Seguridad Social, tanto en materia de prestaciones
como de cotizaciones.
• Efecto sustitución. La
renovación del censo de pensionistas influye notablemente en la evolución del
sistema de pensiones. Las pensiones que se dan de baja en el sistema de
Seguridad Social son de cuantía inferior, por término medio, a las nuevas
pensiones que entran en el sistema.